jueves, 22 de julio de 2010

El teatro como vida

APDH-MInka cuenta con una casa de acogida para víctimas de VFS (violencia familiar y sexual). La única que hay en todo Lima Norte, una zona que alberga a más de medio millón de habitantes. En esta casa se ofrece un servico integral con apoyo médico, psicológico, seguimiento de los casos a cargo de una trabajadora social, junto al respaldo de promotoras para vigilar el buen funcionamiento de la casa y el cumplimiento de las tareas (reparto de labores domésticas y menús equilibrados). El tema educativo también es una prioridad y se mantienen convenios con determinados colegios para inscribir ipso facto a los niños que llegan a la casa con sus madres. Además, desde la casa se les enseña algún tipo de oficio a las mujeres para que logren su independencia económica y puedan rehacer sus vidas. Por todo ello, no se trata de un servicio asistencial ni de caridad, sino de un servicio que da respuesta a las necesidades reales de estas personas en situación de riesgo.

A pesar de todos estos servicios, todo lo que se pueda hacer para su integración es poco, de ahí la importancia de desarollar talleres que fomenten sus habilidades personales y sociales, así como su autoestima. Y que mejor que el teatro que no es más que un espejo de la vida para conseguir dichos fines. Con este gran objetivo, yo misma estoy desarrollando dos talleres, uno especifico con mujeres y otro con las mujeres y sus hijos, partiendo de la concepción del teatro como una herramienta de conocimiento y autoexploración. De tal modo, el fin de los diferentes ejercicios y juegos es desarrollar las capacidades personales de los alumnos que integran el taller, sus habilidades sociales, además de acercarlos al conocimiento de su propio cuerpo y sus posibilidades de expresión.

Para ello, hemos dividido los ejercicios por bloques, uno primero de juegos básicos en grupo para perder el miedo, la vergüenza y desbloquear emociones. Un segundo de atención, memoria y activación de los distintos sentidos. Un tercero entorno a improvisaciones y un cuarto de relajación con ejercicios de respiración (este último bloque sólo se trabaja con las mujeres). Asimismo, en el taller de adultos trabajaremos sobre algunos textos de Dario Fo, Aristófanes y Lorca, mientras que con los niños nos acercaremos a Romeo y Julieta de Shakespeare y a Las aceitunas de Lope de Rueda.

Por el momento, la acogida de los talleres ha sido todo un éxito, todos se muestran muy participativos y entusiasmados, y estoy segura que con el tiempo el teatro les ayudará a enfrentar sus miedos, así como a mejorar sus relaciones y tomar las riendas de su vida de forma mucho más optimista. Ojalá estos talleres solo sean la semilla de un árbol con grandes frutos.


M. Moya

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